3 may 2015

EL CAIMAN CIENAGUERO




ORIGEN

Las leyendas siempre han formado parte de la vida de los pueblos. En el Caribe esta situación se da en grado superlativo. En ellas, a través de un lenguaje mágico, se expresan con gran espiritualidad e imaginación aspectos importantes de la realidad que nos rodea. Estos relatos de hechos reales, son transformados por la creencia e imaginería popular en fantásticas narraciones de carácter oral.


El 20 de enero, día de San Sebastián, se celebran en las poblaciones de la Ciénaga Grande de Santa Marta las fiestas del caimán cienaguero, muy diferente a la leyenda del hombre caimán de Plato. El caimán cienaguero es un festejo con raíces históricas muy profundas, convertido en objeto de estudio por reconocidos investigadores como: Ismael Correa Diazgranados, Guillermo Henríquez, Clinton Ramírez, Darío Torregrosa Pérez, Luis E. Vidal, Javier Moscarella, Martin Orozco Cantillo, entre otros.

UBICACIÓN GEOGRÁFICA

Un 20 de enero, día de San Sebastián, reunidos en el municipio de Ciénaga (Magdalena), un grupo de pescadores procedentes de Pueblo Viejo, pintoresca población construida a orillas de la Ciénaga Grande de Santa Marta, se encontraban en una amena parranda en el barrio “Cachimbero”, nombre derivado del olor a tabaco o cachimba propio de los fumadores, a orilla del mar, en casa de Miguel Bojato, quien vivía allí con su mujer Ana Carmela Urieles y sus dos hijas Juanita y la cumplimentada Tomasita. El padre dispuso que las hermanas fueran al mercado a comprar el ron y la comida para continuar el festejo.

FUNCIONALIDAD

Fiestera

En casa de los Bojato todo era alegría, cantaban y bailaban cumbias y puyas, aunque en vista de la tardanza de Juanita y Tomasita un ambiente de preocupación comenzó a apoderarse de los asistentes al jolgorio. De pronto aparece Juanita. Su padre, presuroso, sale al encuentro y con voz entrecortada preguntó: “mijita linda ¿Dónde está tu hermana?”. Juanita lo miró y gritando respondió: “El caimán se la llevó”.






Posteriormente, Juanita cuenta que su hermana Tomasita fue a lavarse los pies en las aguas de un brazo de la ciénaga, se distrajo, resbaló y “un maldito caimán se la comió”.



De inmediato los asistentes a la fiesta, en su gran mayoría miembros de la Familia Bojato y Urieles, se trasladaron al mercado en busca de Tomasita, con resultados infructuosos. Al que encontraron fue al caimán, dándole muerte con palos y arpones. El reptil, montado en una troja construida con unas varas de mangle, fue conducido a casa de los Bojato acompañado de dos filas de danzantes, una de cada lado del caimán.




Ya a esa hora la noticia era conocida en toda Ciénaga, los pobladores se apretujaban en las aceras para ver de cerca al caimán, mientras el padre de Tomasita gritaba:



“Hoy día de San Sebastián
Cumple años Tomasita
Este maldito caimán
Se ha comido a mi hijita”.
“Ay mijita linda
¿Dónde esta tu hermana?”
“El caimán se la llevó
El caimán se la comió”.


TEMÁTICA




Existe otra historia relacionada con este reptil y es la Hombre Caimán de Plato. Es una leyenda que trata de la historia de un hombre cuya pasión por espiar a mujeres desnudas lo condenó a quedar convertido en un ser con cuerpo de caimán y cabeza humana. Se desarrolla en la población ribereña de Plato.

En Plato se celebra anualmente el Festival del Hombre Caimán. También existen una plaza y un monumento en su honor que son patrimonio cultural de la población. La leyenda del Hombre Caimán quedó inmortalizada en la canción "Se va el caimán" del barranquillero José María Peñaranda.

Cuentan que hace mucho tiempo existió un pescador muy mujeriego que tenía por afición espiar a las mujeres plateñas que se bañaban en las aguas del río Magdalena. Previendo que podría ser descubierto entre los arbustos, se desplazó a la Alta Guajira para que un brujo le preparara una pócima que lo convirtiera temporalmente en caimán, para así no despertar sospechas entre las bañistas y poderlas admirar a placer. Al cabo de su observación, otra pócima, aplicada por un amigo suyo, debía retornarlo a su estado humano. El brujo le preparó las dos pócimas, una roja que lo convertía en animal, y otra blanca que lo volvía hombre de nuevo.

Saúl disfrutó de algún tiempo de su ingenio, pero en una ocasión, el amigo que le echaba la pócima blanca no pudo acompañarlo. En su lugar fue otro que, al ver el caimán, se asustó al creer que era uno verdadero y dejó caer la botella blanca con el preciado líquido. Antes de derramarse completamente, algunas gotas del líquido salpicaron únicamente la cabeza de Saúl, por lo que el resto de su cuerpo quedó en forma de caimán. Desde entonces, se convirtió en el terror de las mujeres, que no volvieron a bañarse en el río.

La única persona que se atrevió a acercársele después fue su madre. Todas las noches lo visitaba en el río para consolarlo y llevarle su comida favorita: quesoyuca y pan mojado en ron. Tras la muerte de su madre, que murió de la tristeza por no haber podido encontrar al brujo que había elaborado las pócimas porque había muerto, el Hombre Caimán, solo y sin nadie que lo cuidara, decidió dejarse arrastrar hasta el mar por el río hasta Bocas de Ceniza, como se conoce la desembocadura del río Magdalena en el mar Caribe a la altura de Barranquilla. Desde entonces, los pescadores del Bajo Magdalena, desde Plato hasta Bocas de Ceniza, permanecen pendientes para pescarlo en el río o cazarlo en los pantanos de las riberas.


La Danza del Caimán se acompaña con el conjunto típico de los instrumentos costeños (caña'e millo, tambora, tambor alegre, llamador y guacharaca), aunque aquí el formato musical varía incorporando un acordeón, sin embargo, es a veces reemplazado por un clarinete, también un instrumento popular en la tradición. La letra de la tonada es interpretada por la voz de un cantor, quien lleva los versos de la danza y lo acompaña un coro.

FORMA

Grupal

Hoy con un vestuario informal, se danza en filas paralelas y un disfraz de caimán balanceándose en el centro. El baile se suspende para que improvisadores populares entonen versos a la vida, la mujer, la región, alternados con el coro: “El caimán se la llevó, el caimán se la comió”.
En la Danza de Caimán los danzantes trazan un juego coreográfico en torno a este episodio y su icono central es la figura del caimán. Al Caimán lo siguen y encierran los pescadores del pueblo. Hombres y mujeres avanzan bailando con paso suave y ligero mientras ellas mueven los hombros. El baile se detiene para dar paso a los versos y a la escenificación de los padres de Tomasita cuando preguntan por la niña. La danza evoluciona en círculos y por parejas, en tanto que el portador del caimán se pasea de aquí para allá con sugestivos gestos y marcada satisfacción, dando a entender maliciosamente cuál fue el destino de la púber Tomasita.





CARACTERÍSTICAS


Se danza en filas paralelas y un disfraz de caimán balanceándose en el centro. El baile se suspende para que improvisadores populares entonen versos a la vida, la mujer, la región, alternados con el coro: “El caimán se la llevó, el caimán se la comió”.
Personificación
La tragedia de Tomasita

Ante los pedidos de auxilio todos salen armados de arpones a perseguir el caimán. Era una danza que sacaban en carnaval y que se bailaba entre hombres armados con simuladores de arpones, representando lo que significaba la danza: La cacería del caimán. A la cabeza de la danza iba el caimán bailado con destreza por uno de sus danzantes, que era el que llevaba la voz cantante que siempre era un buen improvisador.

Organología musical

Musicalmente aquella danza, distinta también en su coreografía y vestimentas, se acompañaba con tambor, pito atravesao y guacharaca. Los versos, cantados en décimas, octavas y cuartillas inspirados siempre en cosas jocosas y reales, mostraban la originalidad de aquel baile.




Proceso Escenográfico

Cuenta la leyenda que para el festejado cumpleaños Ana Carmela salió a hacer las compras con sus hijas Tomasita y Juanita en una de las tiendas de Las Mercedes y se distrajo mientras sus hijas jugaban a la orilla del caño sin percatarse que el caimán las observaba detenidamente, aguardando pacientemente atrapar a una de ellas y arrastrarla al fondo de las turbulentas aguas, al primer descuido que se aproximaran a él.

A escasa distancia de la niña, la superficie de las aguas de Las Mercedes se rompía ligeramente. De repente, sin aparente motivo, la superficie vuelve a parecer completamente plana como un espejo.
No sabían las inocentes niñas que cuando el caimán desaparece de vista es cuando más peligroso es, y nadie, absolutamente nadie, está seguro ni dentro del agua ni en la orilla, ya que es un ondulante torpedo que se desplaza con gran agilidad por entre los matorrales y viejos troncos sumergidos que ruedan entre el agua con apariencia inofensiva, y aquel caimán no deambulaba al azar.
Tomasita y Juanita seguían allí jugando a la orilla de las aguas de Las Mercedes sin darse cuenta que las acechaba uno de los más peligrosos predadores de los cenagales. De pronto, los ojos del caimán desaparecieron de la superficie de las aguas de aquel puerto: ya el maldito había decidido su destino. Poco después, de nuevo, sus ojos sobresalen entre las redondas y grandes hojas flotantes más cercanas a la orilla impidiendo ser visibles. Se acercaba lento y silencioso, y sus ojos fijos en aquella criatura… en la tierna e inocente Tomasita.

De repente, la tranquilidad del ambiente desaparece. La superficie del agua abruptamente se rompe en la orilla y Tomasita, la inocente niña que jugaba a orillas de aquel tenebroso lugar de Las Mercedes, trata de correr en desesperado intento para salvarse, pero todo es inútil. Todo fue en un abrir y cerrar de ojos. Sobre el agua sus ojos son esenciales para atacar y se les escapa muy pocas cosas, aún en la oscuridad.
Dos enormes mandíbulas armadas con unos dientes puntiagudos y poderosos salen del agua y hacen presa fácil en la tierna niña, que en un instante desapareció bajo la superficie cuando el maldito caimán dio un brusco giro… y se sumergió con ella para siempre.
Pedro Mendoza Guardiola, autor de poesías y versos a la leyenda del caimán, además de acucioso conocedor del folclor, refleja su sensibilidad con el querer y sentir del pueblo, cuando con rabia y sentimiento de dolor le reclama así al maldito en uno de sus más bellos y hermosos versos:

“Dime caimán: ¿por qué hiciste
Esa injusticia con ella?
Como la viste tan bella,
¿Por eso te la comiste?

Después que Tomasita desapareció entre las turbulentas y oscuras aguas de aquel caño, donde muchos salieron presurosos en encontrarla viva, no quedando una pulgada de aquel puerto que no se registrara siendo todo inútil, fue cuando Ana Carmela empezó a gritar enloquecida al recibir la noticia de la pérdida de su hija, mientras sus amigas trataban de calmarla acompañándola en su dolor hasta el rancho en ‘Cachimbero’, donde ellos vivían.
El viejo Miguel, ignorante aún de la noticia, continuaba festejando el cumpleaños de Tomasita. De pronto, en medio de aquel jolgorio, apareció la muchedumbre llorando y la fiesta entonces de la alegría pasó a la confusión y pánico… y se transformó en tormento.
El padre de la niña al ver a Juanita sola, corrió y la abrazó alarmado y le preguntó, como adivinando la máxima tragedia, sin saber que aquella se fuera a convertir más tarde en un pedazo del folclor colombiano:

“¡Ay! Mijita linda, ¡dónde está tu hermana!”
Y la niña llorando le contestó:
“El caimán se la comió, papá… ¡El caimán se la comió!”

La leyenda del caimán, como toda leyenda, llenas de contradicciones y sentimientos, es una parte fundamental de nuestro pasado y presente que tiene sus antecedentes en la tradición oral, fábulas y mitos, que surgen de una historia pueblerina contada por alguien, que se repite siempre en distintas formas y dependiendo muchas veces también, de nuestro interés y conveniencias. No obstante, las leyendas hay que contarlas, mostrarlas y difundirlas, así sea cada quien a su antojo, forma y estilo, pero sobre todo, recrearlas en toda su riqueza y colorido folclórico.

EL HOMBRE CAIMÁN DE PLATO

Existe otra historia relacionada con este reptil y es la Hombre Caimán de Plato. Es una leyenda que trata de la historia de un hombre cuya pasión por espiar a mujeres desnudas lo condenó a quedar convertido en un ser con cuerpo de caimán y cabeza humana. Se desarrolla en la población ribereña de Plato.

En Plato se celebra anualmente el Festival del Hombre Caimán. También existen una plaza y un monumento en su honor que son patrimonio cultural de la población. La leyenda del Hombre Caimán quedó inmortalizada en la canción "Se va el caimán" del barranquillero José María Peñaranda.

Cuentan que hace mucho tiempo existió un pescador muy mujeriego que tenía por afición espiar a las mujeres plateñas que se bañaban en las aguas del río Magdalena. Previendo que podría ser descubierto entre los arbustos, se desplazó a la Alta Guajira para que un brujo le preparara una pócima que lo convirtiera temporalmente en caimán, para así no despertar sospechas entre las bañistas y poderlas admirar a placer. Al cabo de su observación, otra pócima, aplicada por un amigo suyo, debía retornarlo a su estado humano. El brujo le preparó las dos pócimas, una roja que lo convertía en animal, y otra blanca que lo volvía hombre de nuevo.



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